BARRANQUILLA, EN UN CUENTO
A su vigésima versión llega el Caribe Cuenta desde el 27 de agosto hasta el 2 de septiembre.
El Festival Internacional de Cuenteros (EL CARIBE CUENTA) que celebra la cultura a través de la exaltación de la tradición oral del Caribe colombiano y fomentando la práctica de la narración oral escénica en niños, jóvenes y adultos, traerá representantes de Francia, Argelia, Chile, Cuba, Bolivia y Colombia.
Esta versión se desarrollará en distintos escenarios de San Andrés Isla, Barranquilla, Galapa y otros municipios del departamento del Atlántico. Las funciones de gala tendrán lugar en la sede de Luneta 50 (Cra. 63 No.58-44) y en distintas salas alternativas de la ciudad, con el propósito de visibilizar el trabajo que desarrollan los colectivos escénicos locales.
Historias locas de animales cuerdos
La puesta en escena de Zanquito
Las historias y los cuentos no solo ocurren en el mundo donde los animales grandes y el hombre habita, también ocurren historias en el mundo de abajo, es decir en el mundo de los pequeños insectos. Dentro de este mundo tan mágico los escritores dedicaron sus horas para un trabajo tan hermoso, dirigido exclusivamente a los niños y a los grandes, que dentro de ellos llevan a su niño dormido, pero que despierta, vibra con las historias más locas.
Los cuentos dentro de este montaje pertenecen a Oscar Wilde, Oscar Alfaro, Pedro Pablo Sacristán que en esta ocasión se hacen presentes para hacer de las delicias con sus cuentos que se hicieron populares durante muchos años.
Cuentos Mitades ALDO MÉNDEZ
Cada mañana, mi padre se levantaba diferente. Sólo mirando a sus ojos podía saber quién o qué se sentía.
Cuando despertaba mitad lluvia, mitad sol; a mediodía era arcoíris. Si al despertar era silencio y ruido, sería música en la tarde. Siempre distinto, pero siempre Él.
Yo prefería cuando amanecía árbol y ala, en la noche sería nido para acunarme y arrullarme.
Un día quitaron un trozo de su cuerpo y arrancaron su virtud. Se volvió ausencia y, poco a poco, se fue para siempre.
Al marcharse, mi padre me dejó sin arcoíris, sin música y sin nido.
LA HORA PUNTA, Adriana Parra Adaptación Edel Arriagada.
A Braulio le gustaba viajar en metro, claro que él prefería la hora punta, le daba lo mismo tener que esperar 10, 15, 20 minutos para poder entrar a un vagón.
Se metía entre los espacios que quedaban entre las personas para cultivar su peculiar inclinación a frotarse contra cuerpos anónimos.
El desafío era no ser descubierto, lo que se volvía realmente difícil en verano cuando la poca ropa amenazaba con delatarlo.
En una de esas ocasiones, su víctima, un voluminoso obrero de la construcción, al sentirse acosado por la retaguardia reaccionó con rapidez, se volvió bruscamente, le agarró la cara con sus grandes y callosas manos y le plantó un beso en la boca.
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