Adlai Stevenson Samper
Barranquilla y su carnaval es uno de los enclaves geográficos esenciales de la cumbia. Lo confirman las hiladas de cumbiamberos en sus diversos eventos y la gran facilidad para cualquier nativo de la ciudad en interpretar cualquiera de sus instrumentos. Incluso, en la calle, venden con un método especial para su aprendizaje, cañas de millo.
Según Miguel Abadía Méndez, la cumbia:
El nombre es apócope de cumbiamba (jolgorio o parranda). Ambas voces se derivan de la voz africana “cumbé” que significa danza. Cumba fue el país del Congo y al Rey del Congo se llamó “rey de Cumba”. En razón del origen de buena parte de su organología: gaitas indias, “caña de millo”; indígena también, maraca Caribe, se considera producto del zambaje cultural (indígena-africano). Si las gaitas son copia de suarras o kuisis indígenas, la “caña de millo” no es sino una réplica de las “massi” guajiras, flautas de caña o soya o de maíz millo de uso ancestral. En la cumbia clásica se usa un instrumental simple conformado por las dos gaitas (macho y hembra) dos tambores (macho y hembra) y la maraca gigante del Caribe.
En la definición o descripción de Abadía se muestran datos de interés. Uno de ellos el origen en apariencia africano de la cumbia de acuerdo a su etimología y; que al igual que las danzas del Congo y el Garabato de Barranquilla, pertenecería al reino del Congo. Sin embargo, en las poblaciones netamente africanas de la región Caribe colombiana la cumbia es desconocida y más bien, como apunta Abadía posteriormente, tiene un origen esencialmente zambo –la mezcla de indio y negro- hecho cultural, social y genético que se dio en las riberas del Magdalena, especialmente en poblaciones como El Banco, Soledad, Barranquilla, bahía de Cartagena y pie de los Montes de María en el canal del Dique. En los grupos de gaita se encuentra parte de la organología de la cumbia, a excepción de la tambora o bombo y su utilización se encuentra limitada en festivales y concursos.
Pero se usa cada vez más profusamente en la labor de bajo percusivo semejándose, por esta vía, a la cumbia, lo que mostraría, encontrando similitudes y relaciones, su definitiva parentela con el legado indígena, hecho concomitante también al rico pasado en tal sentido de Barranquilla. Según Toña Vengoechea:
La gran cumbiamba que desde las seis de la tarde empezaba a llamar a los bailadores, cuya ronda continuaba, al pie de la bandera roja, hasta las cinco de la mañana, cuando las campanas de la iglesia de San Nicolás notificaban el fin de la fiesta, se instalaba en una esquina de la plaza, hacia el antiguo callejón del Mercado. Muchas veces, frente a la plaza de don Estaban Márquez, filántropo barranquillero que gozaba con estas demostraciones de simpatía regalando a los bailadores paquetes de velas, botellas de ron y lanzando a la tiña monedas de oro, como era uso y costumbre”. (Abadía 1977:365).
Es pertinente, a partir de la descripción de la cumbiamba en la plaza de San Nicolás, plantear algunas precisiones en torno la música, ya delimitada, y el baile, al que algunos le dan un pleno sentido indígena en el paso “amarrado” hierático. También la supuesta y primitiva rueda de cumbia desnaturalizada en el carnaval de Barranquilla en hiladas marchando al compás del desfile y el sentido de galanteo del hombre a la mujer con actos plenos de cortesanía tales como arrodillarse, hacer genuflexiones, quitarse el sombrero propios de adaptaciones rítmicas y bailables de la contradanza. En algún tiempo era de rigor llevar machetes en la mano los cuales eran usados para avivar a la mujer o rastrillarlos por el suelo. En fin, un asunto más de tradiciones cortesanas europeas que de ancestros indígenas y mucho menos africanos.
En el Carnaval de Barranquilla la cumbia, tanto su música, al igual que la cumbiamba o danza, ha pasado por transformaciones de importancia. El hecho de no bailarse en rueda, en donde los intérpretes se sitúan en su centro y los bailarines a su alrededor aprisionando el sonido fácilmente perceptible por todos los participantes, produjo consecuencias. En las hiladas de bailarines marchando en los desfiles el sonido se desvanece a medida que se aleja de su fuente. Se pierde, por ejemplo, la caña de millo y el llamador, acentuándose el bombo o tambora que en ocasiones acelera el ritmo para que los danzantes corran. O se forma un estropicio sonoro al incorporarse varios grupos de cumbia convenientemente situados para que una parte de los danzantes los escuchen. En cuanto a las carreras “para colocarse a tono” con el ritmo del desfile, acelerando el tempo los músicos, para algunos se trata de una forma musical denominada cumbión, un aire evidentemente más rápido que la cumbia, surgido en los procesos de orquestación propuestos en la industria discográfica, pero que en este particular caso de los desfiles del carnaval de Barranquilla, sería erróneo denominarlo así.
Una de las poblaciones vinculadas a una variable de la cumbia es Soledad, en el área metropolitana de Barranquilla. De allí surge a finales de los 50 la famosa agrupación La Cumbia Soledeña, liderada por Efraín Mejía. Tocaban en el radioteatro de La Voz de la Patria en un programa de Gustavo Castillo García. Sus integrantes eran Mejía, maraquero; Alejandro Barceló en el tambor alegre, Mauricio Pérez en el guache, Diofante Jiménez en la tambora y Pedro Beltrán en la caña de millo. Este grupo estuvo en giras internacionales con Sonia Osorio y colaboraba en montajes coreográficos. Además, grabó temas de la tradición oral que fueron después asimilados por otros grupos.
Otro importante proyecto fue la Cumbia Moderna de Soledad, desarrollado por Pedro Ramayá Beltrán después de su salida de la Cumbia Soledeña en 1969. Beltrán se acopló a las exigencias de la industria discográfica y de los hábitos culturales del público introduciendo bajo eléctrico, tumbadora, batería y por supuesto, acordeón. Se agregarían a los instrumentos del formato tradicional: el tambor alegre, llamador, guache, maracas, caña de millo y tambor bombo. En realidad, después de Mejía, Beltrán, Gil Altamar y otros exponentes, el repertorio de cumbias en el Carnaval de Barranquilla continua siendo esencialmente el mismo desde hace cinco décadas. Estancamiento o conformidad con los hallazgos sonoros del pasado?
Leave a Reply