Cuando se apaga el sonido en la tarima y cesan los aplausos de los seguidores, el cantante comienza a descender del escenario y a vivir la otra parte de su realidad cotidiana. En la presentación musical ya ha entregado todo a quienes le siguen y se alistan en su entretiempo para vivir por otra pasión: las canchas.
Los intérpretes de la música vallenata no solo vibran al son del acordeón y sudan la camiseta en sus giras, sino que además, cantan sus propios goles, aunque la competencia en el mercado musical es tan reñida como en un partido de fútbol, cuando artistas como Kvrass, Martín Elías, Peter Manjarrés, Silvestre Dangond, Omar Geles, Luifer Cuello, Los K Morales, ‘Churo’ Díaz, El ‘Mono’
Zabaleta, entre otros, se ‘montan’ en sus guayos, todos están en el mismo compás, al ritmo del balón y en la jugada tratando de hacer gol.
En las canchas de Valledupar, los micrófonos son reemplazados por el ‘esférico’ y el conjunto se ve más numeroso, puede que no estén reunidos para cantar, pero la armonía va por delante en la escena.
Además de ser una práctica saludable, los músicos vallenatos miran estos ‘enfrentamientos’ deportivos como una integración donde puede ser el cantante quien quiera estrechar lazos con su propia agrupación a través del fútbol, o como es el caso constante donde diferentes conjuntos musicales se dan cita en las canchas sintéticas como muestra de ‘colegaje’, camaradería y amistad.
Por supuesto, no ha de faltar la apuesta, y el premio de cada partido para el ganador es la fría gaseosa para calmar la sed, y quien salga perdiendo paga el tiempo de alquiler de la cancha. Allí no hay excentricidades, se juega como dice en el Valle, por ‘birria’.
En este ‘toque toque’ nada tiene que ver con los discos vendidos, mucho menos la canción del momento, es día de semana y la cancha se llena de estrellas vallenatas; en la cancha las diferencias por ser los número uno quedan anuladas, cualquier rencilla es sacada de ‘taquito’, aquí se la juegan con las piernas, no con la voz y sin embargo, muchos afinan para cantar el gol, el pase no es de acordeón, aquí se hace el pase gol.
En el encuentro futbolístico, la nómina de lujo deja ver no solo lo buenos o no tan buenos que pueden ser para este deporte, además para ponerle un ‘picante’ extra a su juego. En Valledupar, de lunes a jueves, hay espacio para dejar de ser vocalista, bajista, guitarrista, corista, acordeonero, compositor, cantante o en general músico, para convertirse durante una hora en los ‘Messi’ o ‘Ronaldo’ del fútbol vallenato.
Suena el pitazo final, los aplausos se los dan ellos mismos, por el momento no hay repeticiones de jugadas, sin embargo, mientras se hidratan, queda tiempo aún para ser analistas, mientras se llega el fin de semana para seguir siendo cantantes y músicos vallenatos por convicción y de tiempo completo.