Por Juventino Ojito
Los cantos y los ritmos negroides heredados de África, los bailes indígenas milenarios, y las músicas autóctonas, subsisten, en el Caribe colombiano, al lado de otras expresiones musicales y dancísticas llegadas de muchos puntos del planeta y sus aportes se conjugan de manera única y particular, entregándole forma y contenido a las manifestaciones que distinguen socioculturalmente a la región.
La música de la región Caribe colombiana surge después de largos procesos de pérdida de elementos, de conservación de otros, de mezclas, de sustituciones, y del contacto continuo de las músicas nativas con las europeas y africanas -durante varios siglos- para un enriquecimiento mutuo, necesario, que ha dado lugar a la formación de una serie de manifestaciones portadoras de una invaluable riqueza cultural y patrimonial. Es un inmenso logro colectivo en el cual están involucrados muchos aspectos étnicos, socioeconómicos, culturales e históricos; un gran torrente sonoro en el que confluyen innumerables corrientes musicales folclóricas y populares, -tradicionales y contemporáneas, autóctonas de la región.
En el los últimos cien años, este movimiento musical ha encontrado en Barranquilla un sitio de conexión permanente; no en vano esta ciudad posee una indiscutida capacidad de convocatoria regional y cumple, históricamente, un papel aglutinante de las manifestaciones culturales de la región. Esa circunstancia ha facilitado que la música Caribe colombiana sea el eje temático central celebración del Carnaval de Barranquilla y se erija como baluarte de la identidad regional. Y es esa identidad caribeña, reflejada en expresiones artísticas y culturales, la que constituye nuestro papel activo dentro del contexto social nacional y nos hace únicos y diferentes: ¨Desde El Darién hasta el Cabo de la Vela, de San Andrés hasta los Montes de María, el mismo sol alumbra nuestros días y levantamos la misma bandera ¨.
El Carnaval de Barranquilla debe ser, entonces, imprescindible escenario natural y permanente plataforma de impulso para el desarrollo de la música autóctona de la región Caribe; sitial reservado al protagonismo de nuevas generaciones de músicos locales, cual templo abierto para la inevitable asistencia de la contemporaneidad inmersa en las nuevas propuestas regionales; un espacio consagrado a la preservación, divulgación y desarrollo del patrimonio sonoro de la Región Caribe colombiana, hoy día resguardado gracias al colosal empeño de sus avezados forjadores, creadores, e intérpretes.
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