Las malas compañías, asesores, manager, o personal de trabajo pueden tirarse fácilmente el trabajo de un artista. Y esto, aunque no es nuevo se está haciendo más notorio en los últimos años, donde los que rodean a los artistas se creen o se sienten más que sus representados, exigen, a nombre de ellos cosas que su representado ni se da por enterado, y los sobreprotegen para que no se acerquen a sus seguidores.
No olvido que hace muchos años, yo escribí, refiriéndome a la gente que rodeaba a Diomedes, “ojo que están acabando con la gallinita de los huevos de oro”, y aunque muchos de los chupa-sangre que lo rodeaban, la emprendieron contra mí, el tiempo me dio la razón.
Diomedes era un artista demasiado generoso e ingenuo para muchas cosas. Es verdad que era difícil de manejar, pero con tacto, con cariño, se hubieran dado las cosas. De eso estoy segura. Sin embargo a él le hicieron daño “sus amigos” y uno que otro trabajador. En esta época, los que más dañan a los artistas, son “su equipo de trabajo”.
Años atrás, a duras penas había un manager, generalmente un amigo que se dedicaba a buscarles bailes y presentaciones, y máximo, un jefe de prensa. Diomedes tuvo el mejor, Paul Bolaños. Hoy los equipos que rodean a los artistas son, muchas veces más numerosos que sus propias bandas. Y también mucho más dañinos, en algunas ocasiones.
Ingeniero de sonido, ingeniero de luces y de visuales, comunity manager, jefe de fotografía y prensa, asistente, manager general, manager de negocios, manager personal, asistente del asistente, conductor, estilista, vestuarista….Muchos son verdaderos profesionales que trabajan en lo suyo para lograr que el artista brinde un espectáculo de lujo…Otros se comportan como sanguijuelas, con exigencias desmesuradas, con atribuciones que rayan en lo excéntrico, o con maltratos a sus colegas.
Conozco a más de un ingeniero de sonido, a quien nadie quiere…Conozco a más de un manager que nunca contesta el teléfono…Conozco a más de un manager que pide hotel cinco estrellas para un artista que vive en la ciudad que va a actuar.
Recuerdo que hace poco, para una presentación, un manager exigió jamón ibérico en el catering para el representado. Al consultarle al artista sobre la posibilidad de cambiar el mencionado jamón, el hombre dijo, “a mí, dame un chicharrón, yo no he pedido eso”, y cuando le fueron a llevar el trago, le dijo al mesero que él ya no tomaba.
Un empresario me preguntaba hace poco ¿qué hacen todos los de la disquera en el camerino del artista? y ¿por qué ellos y su manager estaban exigiendo trago y comida?
No supe que responder, pero de verdad uno se pregunta ¿por qué tantas exigencias si ellos, los artistas, llegan a un sitio cobrando una tarifa y no se demoran más de dos horas en el lugar? Al resto de los trabajadores en el mundo le pagan un salario y verán cómo se defienden.
Trabajando este aspecto con varios artistas, ellos reconocen que lo único que necesitan es el líquido, y que lo demás es o debería ser una atención que nazca del contratante. Aseguran que, las exigencias de catering, son una copia que los manager de aquí han hecho de los artistas del extranjero. O sea, esas son las exigencias de otros.
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