Por Milton Salcedo
Ha transcurrido menos de una década en el ámbito musical colombiano y la repentina y sonada ausencia de tres de nuestros principales baluartes artísticos me sienta a reflexionar en ¿qué nos hace falta hoy día para
que aparezcan nuevos exponentes y nos sintamos identificados musicalmente como colombianos? ¿Será que la influencia de youtube nos está dejando sin identidad cultural y llevándonos al extranjerismo?
Yo tuve el privilegio de haber nacido en el Caribe colombiano, justo al lado de la gran Barranquilla, allí en Santa Marta para finales de los años 70 iniciaba mi formación musical y la herramienta más poderosa con la que contaba, comparable al ‘Youtube’ de hoy, era un radio transistor de mi padre al cual tenía que esperar y pedir permiso para sintonizar las imponentes y multiculturales emisoras barranquilleras.
Por medio de ese aparatico mágico me topé por primera vez con ‘La Verdad’, sí.. la del gran Joe Arroyo y su musa original para comercializar y exportar el folclor costeño que él tanto defendía, el mismo folclor tropical que lo hizo ganador de más de 18 Congos de Oro y múltiples galardones internacionales, el mismo folclor que lo inyectó en el corazón de todos los colombianos.
Al cambiar el dial en medio de interferencias me topaba sorpresivamente con un ‘Cacique’ que saludaba a sus amigos mientras cantaba vallenatos de esos que se quedarían colgados en el tiempo, y llegó a vender más de 20 millones de discos: eran físicos discos de acetato o vinilo con la foto de Diomedes Díaz en la carátula y que escuchabas sonar desde una discotienda cuando salías a caminar por las avenidas principales de Santa Marta, Barranquilla, Cartagena y el resto del país.
Para el año 79 tuve la oportunidad de conocer la capital, Bogotá, donde se encontraba mi tío Willie Salcedo, quien se desempeñaba como productor de la multinacional disquera CBS, desde su oficina pude ver entrar a un inquieto compositor, quien entonando un coro trataba de venderle o convencerlo de que Cali era pachanguero, nunca supe o por lo menos por un tiempo que pasó con el señor compositor, solo que al salir de la oficina le pregunté al tío Willie: ¿cómo así que un compositor colombiano escribe canciones de salsa con el nombre de una ciudad colombiana? pues al tío Willie le debo saber que Colombia tiene su propio sello y aporte al mundialmente famoso género nacido en Nueva York. Meses después de vuelta a Santa Marta vi algo mágico y determinante para mi formación musical, las personas en las calles y en la televisión estaban cantando el coro que decía Cali Pachanguero. Era el Grupo Niche del irrepetible compositor de Quibdó, Jairo Varela.
¿Quienes son o quienes serán capaces de ponerse la colorida camiseta y agarrar esas antorchas que ellos dejaron en su incansable caminata? no para reemplazarlos, pero si para seguir en lo que hoy parece un camino roto e inconcluso, donde todos tenemos un compromiso: las nuevas generaciones de artistas, pero la más importante, la nueva generación de emisores y oyentes.
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